martes, 22 de abril de 2008

CULTURA MÉSENYER



Un medio de comunicación, una aplicación, un programa de mensajería instantánea sobre el que millones de personas depositan a diario el cursor, hacen doble clic e ingresan para contactarse con su hermana en Siberia, su novio exiliado en Houston o su amigo sentado dos metros al lado.
Los usuarios de mésenyer (Crítica de la Argentina se arroga el derecho de argentinizar el término, para hacerlo más familiar) no necesitan una definición de diccionario.
Simplemente lo usan, le sacan el jugo a más no poder. Y al hacerlo, no sólo hacen circular significados, opiniones, puntos de vista, información, o sea, aquel líquido inasible que fluye por las venas de internet. Al mismo tiempo y sigilosamente, viven un cambio: como toda práctica social y toda tecnología que se naturaliza, este tipo de software (y todos sus clones o programas parecidos) altera hábitos y golpea sobre la vida cotidiana, aquella que se extiende más allá de las computadoras.
En menos de diez años, el sistema de comunicación online cambió la manera de entender las relaciones humanas. Federico Kukso.
Así como la televisión se instaló en las casas como el imán de las miradas, transformó para siempre los conceptos de distancia, pertenencia y diversión y desde hace no más de 50 años rompe y rearticula lenguajes, internet y toda su parafernalia técnica modifica el entorno y las maneras en la que sus usuarios se paran frente al mundo.

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